jueves, 5 de diciembre de 2013

Polémicas (I): Con el nacionalismo, en el camino de construir: ¿Un Frente Popular, un Frente de Izquierda o un Frente de liberación nacional y social?


                                                                                                                            Daniel De Santis
29 de noviembre de 2013

Producto de un análisis, que no compartimos, que prevé una próxima dispersión de kirchnerismo, algunas agrupaciones de la llamada “nueva izquierda” se preparan para realizar su cosecha y redescubren el peronismo. Para eso ensalzan un nacionalismo larvado y comienzan a aparecer exaltaciones de la simbología más cara al nacionalismo, pero si vamos a hablar sin eufemismos debemos decir al peronismo.
Nosotros que pertenecemos a una izquierda muy alejada de otras tradiciones y que hemos andado por el camino de la unidad con el peronismo obrero y revolucionario, queremos hacer un aporte desprovisto de todo prejuicio nacionalista o izquierdista, introduciendo una concepción que ve detrás del nacionalismo la sombra, más o menos presente, de la burguesía nacional, pero haciendo una clara diferenciación entre:
Un nacionalismo revolucionario espontáneo de las masas obreras y populares, que más que eso ha sido y es un anti imperialismo alumbrado como producto de su experiencia en la lucha de clases, que las llevó a vislumbrar un horizonte socialista. Hay una anécdota de fines de los años ’60 que ejemplifica el vínculo del guevarismo argentino con este peronismo. Cuenta un viejo militante del PRT que Santucho en una reunión con obreros tucumanos del azúcar les expuso su concepción de lucha revolucionaria por el socialismo. Al finalizar, un experimentado militante obrero le dijo: “No hay problemas, aquí somos todos peronistas”. A diferencia de lo que interpretan algunos intelectuales desconocedores de la Argentina profunda, la clase obrera tucumana había llevado su experiencia peronista hasta los umbrales de su conciencia de clase para sí, es decir socialista, y estaba en condiciones ideológicas de asumir una dirección consecuentemente revolucionaria, que por eso mismo no necesitaba enmascararse de peronista.
Otro ejemplo diverso, pero que tiene el mismo contenido, encontramos cuando el 25 de mayo de 1973, junto a algunos miles de guevaristas, agolpadas sobre los portones de la Cárcel de Villa Devoto las masas peronistas que venían de la Plaza de Mayo aprobaron por aclamación la moción del PRT-ERP, en debate con FAR y Montoneros, para liberar a los presos políticos esa misma noche. A este tipo de peronismo consideramos progresivo, y es al que se refería Santucho como peronismo obrero y revolucionario.
Muy distinto de aquel que provenía de intelectuales marxistas que cansados de intentar construir infructuosamente en la clase obrera, y en la actualidad más por timoratos en encarar esa tarea, descubren el atajo del peronismo. En ese reconocimiento del “nacionalismo”[1], más o menos explícitamente, está la concepción de la revolución por etapas y la existencia de una burguesía nacional antiimperialista. Cuando reivindican a intelectuales como Hernández Arregui, Rodolfo Puiggrós, Jorge Abelardo Ramos, o cuando levantan acríticamente imágenes o consignas de la simbología peronista. También lo vemos en la utilización de anatemas hacia la izquierda por querer “desperonizar a la población”[2], no tan burdo pero del mismo tenor que “ni yanquis ni marxistas: peronistas”, que evidencia la influencia ideológica de la burguesía nacional que es autóctona pero que no es antiimperialista.
Otro es el caso de John William Cooke que, como los obreros azucareros tucumanos, avanzó desde el peronismo hacia el socialismo hasta enmarcar su accionar en el proyecto continental del Che Guevara. Pero al reivindicar a Cooke, los marxistas deben tener presente las prevenciones de éste con los marxistas que se subían al peronismo por izquierda y se bajaban por derecha, como nos recuerdan las memorias de Manuel Gaggero. Este, discípulo y compañero de Cooke, junto a la compañera de John, Alicia Eguren, fueron fundadores y dirigentes del Frente Antiimperialista y por el Socialismo en 1973. Este Frente; presidido por el también peronista revolucionario Armando Jaime e integrado ampliamente por la militancia del PRT y otras fuerzas de la izquierda revolucionaria, en sus tres últimos Congresos contó como orador principal a Agustín Tosco; tuvo el mérito de enfrentar casi en solitario al Perón del Gran Acuerdo Nacional.
No es ajeno a la polémica recordar que Mario Roberto Santucho, máximo dirigente del marxismo revolucionario en la Argentina, después de años de debate teórico con los compañeros del peronismo revolucionario en los que no se había llegado a una síntesis[3], retrasara una semana su salida del país, como había resuelto el Comité Ejecutivo del PRT, para asistir a la reunión en la que se firmaría la unidad con los Montoneros y la OCPO el 19 de julio de 1976. Su presencia en ella respondía a haber asumido con máxima responsabilidad las posibilidades de avanzar en los acuerdos ya logrados, e intentar evitar con su presencia y flexibilidad táctica que diferencias secundarias frustraran una unidad “de un positivismo difícil de exagerar”[4], concluía Mario Roberto. Es sabido que ese día una patrulla del Ejército llegó hasta la casa en que se encontraba Santucho junto a los demás principales dirigentes de su Partido, cayendo muerto en desigual combate. Por ello nos resultan muy erróneos los reclamos a Santucho por no haber hecho más por la síntesis entre el marxismo y el peronismo revolucionario, porque su última contribución a la revolución fue dar la vida para lograrla.
Hemos escuchado invocaciones a la forma en que Fidel Castro recuperaba la figura de José Martí. La conocemos, la estudiamos y la difundimos, nos hemos educado en esa concepción. En los primeros párrafos de la Segunda Declaración de La Habana[5] podemos ver cómo Castro citaba las palabras de Martí: “Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas- y mi honda es la de David” para, a renglón seguido, apuntar que: “ya Martí, en 1895, señaló el peligro que se cernía sobre América y llamó al imperialismo por su nombre: Imperialismo”. Pero lo que Fidel, el Che, Raúl y los principales dirigentes de la Revolución Cubana no hicieron fue hablar de nacionalismo. Si de anti imperialismo, si de proyecto, o de liberación, o de soberanía, o de dignidad nacional pero no de nacionalismo. Si de patria, pero diferenciando la patria del pueblo de la “patria” de los explotadores[6]. Sólo muy en sus inicios hemos leído a Fidel, y en un sólo escrito, usar esa palabra antes del nacimiento del Movimiento 26 de Julio.
Es por ello que de la formulación de Cooke: "El único nacionalismo auténtico es el que busque liberarnos de la servidumbre real: ése es el nacionalismo de la clase obrera y demás sectores populares, y por eso la liberación de la Patria y la revolución social son una misma cosa, de la misma manera que semi colonia y oligarquía son también lo mismo", surge claramente que el punto de contacto con el guevarismo era la lucha anti imperialista y la revolución socialista.
Las jornadas de la Rebelión de diciembre de 2001 abrieron una nueva situación política, entre otros resultados les devolvió la palabra a los revolucionarios que habían sido aniquilados por la dictadura contrarrevolucionaria. Nuevas situaciones exigen nuevas y renovadas respuestas, en eso estamos pero sin diluir nuestra identidad guevarista, porque como bien señalaba Rodolfo Walsh las clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan”[7].
Luego de la Rebelión hemos fundado la Cátedra Che Guevara en la que estudiamos, además de Guevara y el PRT, las revoluciones en América Latina. Aquí vimos: la Revolución Mexicana en la que rescatamos como sus grandes figuras a Pancho Villa y Emiliano Zapata, pero más importante aún fue comprender el comportamiento de las clases sociales en una revolución profunda; la gesta anti imperialista de Sandino en Nicaragua que derrotó a los marines yanquis invasores; luego de la guerra de la independencia, en el siglo XIX hemos conocido, entre muchos otros, la lucha anticolonialista y de liberación nacional de Benito Juárez en México, los López padre e hijo en Paraguay, Felipe Varela en Argentina, Eloy Alfaro en Ecuador, José María Vargas Vila en Colombia, Manuel Ugarte en Argentina. Pero su conocimiento y reivindicación no hace que nos proclamemos nosotros como nacionalistas. Sectores de la llamada “nueva izquierda” que se presentan sin pasado y sin historia, pero que se ven urgidos en tenerla cometen el error de intentar echar raíces en el nacionalismo, y con ello pretenden hacer retroceder la teoría a viejas ideas superadas por los pensadores más lúcidos de nuestro continente. Ya el fundador del marxismo latinoamericano, el peruano José Carlos Mariátegui, ajustó cuentas a finales de la década de 1920 con su connacional y nacionalista Víctor Raúl Haya de la Torre.
Guevara, de quién no se duda de su anti imperialismo, su latino americanismo y su socialismo, que también era argentino y estaba luchando en nuestra frontera norte, nunca cayó en el oportunismo pro peronista. Han buscado meticulosamente pero no han podido hallar una sola frase que lo vincule, ni siquiera lo hace la que anotamos inmediatamente sobre el golpe militar contra Perón en 1955: “Perón cayó como cae la gente de su estirpe, sin la dignidad póstuma de Vargas, ni la denuncia enérgica de Árbenz (…) Te confieso con toda sinceridad que la caída de Perón me amargó profundamente, no por él, por lo que significaba para toda América, pues mal que te pese y a pesar de la claudicación forzosa de los últimos tiempos, Argentina era el paladín de todos los que pensamos que el enemigo está en el norte. Para mí, que viví las amargas horas de Guatemala, aquello fue un calco a distancia”[8]. Este Guevara que todavía no era el Che escribió lo anterior sobre el mejor Perón, el que llevó la distribución del ingreso a favor de los trabajadores como nadie en la historia argentina. Imaginémonos qué hubiese pensado el Che del Perón fundador de la triple A y jefe del intento contra revolucionario sobre la base de combinar el consenso y la represión.
Refiriéndose a la construcción del socialismo, pero muy aplicable en la actualidad a la política revolucionaria, el Che escribía: “Se corre el peligro de que los árboles impidan ver el bosque. Persiguiendo la quimera de realizar el socialismo con la ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo, se puede llegar a un callejón sin salida. Y se arriba allí tras de recorrer una larga distancia en la que los caminos se entrecruzan muchas veces y donde es difícil percibir el momento en que se equivocó la ruta”[9]. Porque los atajos no son más que concesiones a la ideología de la clase dominante, por eso parecen estar recubiertas de realismo político, sin notar que ese realismo ha sido inoculado en la consciencia por las una y mil tretas de la ideología burguesa que nos abre el camino que conduce a terminar siendo absorbidos por el sistema capitalista.
Hoy como ayer, en los momentos en que las masas se pongan en pie de lucha irán a la misma con sus identidades, con sus imágenes y sus afectos. Si en el marco de la contienda descubren nuevos elementos que fortalecen sus aspiraciones no debemos ser los marxistas los que nos opongamos a esa maduración porque ya no seremos portadores de un marxismo retrógrado sino reaccionario. Hay que estar atentos con ese tipo de concesiones al capitalismo porque sin darse cuenta, desapercibidamente, se atraviesa una línea imaginaria hacia una zona tan densa de significados como un poderoso campo de fuerzas, el campo de la ideología dominante.
De lo que se trata, entonces, es llevar adelante una política que tome las tareas necesarias para la Argentina de la actualidad: Entre la militancia organizada fomentar un franco debate sin prejuicios ni pre conceptos, abriendo la cabeza para intentar comprender las razones de los demás, porque el debate enriquece y fortalece. Unir a todas las fuerzas que enfrentan las lacras del sistema capitalista más allá de sus identidades políticas, pero como aportaba algún compañero, unidad no es amontonamiento sino unidad para la lucha. Al respecto decía Cooke: "Lo principal es para qué hacemos la unidad, cuáles son los objetivos cercanos (como por ejemplo las elecciones) y cuáles los grandes objetivos. Unidad para simple usufructo politiquero, no. Sí, en cambio, para dar las grandes batallas por la soberanía nacional y la revolución social. En la lucha contra el régimen llegaremos más pronto a la unidad, forjada en la acción: dentro del régimen nos esperan sólo frustraciones y derrotas, y pequeños triunfos que serán desastres".
Debido a la diversidad de agrupaciones e identidades políticas, esa unidad la vemos posible a través de un frente[10] que luche por un programa que hoy no puede ser más que anti imperialista y anti capitalista y con la perspectiva del socialismo. Dicho en forma positiva: un programa por la liberación nacional y social. Que agrupe a todas las organizaciones políticas y sociales con una vocación anti capitalista, pero también que sea capaz de incorporar a los amplios sectores populares desmovilizados y descreídos de la política burguesa. El pueblo es la cantera de la enorme cantidad de militantes que se necesitan en esta tarea. En ese camino aportar a multiplicar los canales de participación popular que existen y construir nuevos, más amplios y más sólidos espacios en los que el protagonismo de las bases sea la fuerza que empuje decididamente a la unidad, a la organización y a la movilización de los más amplios sectores de nuestro pueblo. Todas estas construcciones deben aprender la más amplia democracia interna y de base, y sostenerse en ella evitando caer en los verticalismos y elitismos encubiertos en la fraseología post moderna de la horizontalidad antidemocrática. Así aportaremos a que cada vez más amplios sectores de nuestro pueblo sean los protagonistas de los cambios en la dirección de destruir el capitalismo y reemplazarlo por la sociedad de las mujeres y los hombres socialistas como quería el Che Guevara.


[1] Marea, revista mensual de Marea Popular nº 5, julio de 2013. La nota de “Presentación” está titulada “Nacionalismo y Socialismo”, pero su contenido nada dice sobre la vinculación entre esas dos categorías. Y no lo puede decir porque los luchadores de mayo y de la guerra de la primera independencia no eran nacionalistas sino patriotas, ya que la contradicción estaba planteada entre los realistas (mayormente españoles y muchos criollos) y los patriotas (mayoritariamente criollos y numerosos españoles). Esta revolución es la que habilita a los revolucionarios socialistas de la actualidad a hablar de patria pero nunca de nacionalismo.
[2] Itai Hagman -Marea Popular-. Periódico Andén Nº 75. Septiembre de 2013.
[3] Para Santucho y el PRT el momento culminante del conocimiento no era el análisis sino la praxis. Por ello, luego de años de debates y algunas acciones militares y varias de masas comunes, para avanzar en la unidad ya no se lo podría hacer sólo en la teoría sino que era imprescindible la práctica común, y en esa ocasión se presentaba una posibilidad única.
[4] Mario Roberto Santucho. “Un gran paso unitario”, en “Nuestras tareas en el período de reflujo”. Boletín Interno Nº 141, y muy probablemente El Combatiente 224. Ambos de 14 de julio de 1976.
[5] Declaración leída por Fidel Castro ante el pueblo de Cuba reunido en Asamblea General en La Habana, el 4 de febrero de 1962. Esta declaración es una suerte de Manifiesto Comunista para América Latina y fue el programa por el que lucharon los pueblos de nuestro Continente durante décadas.
[6] Segunda Declaración de La Habana.
[7] Rodolfo Walsh. Carta abierta de un escritor a la Junta Militar. 24 de Marzo de 1977.

[8] Guevara, Ernesto Che. Otra vez. Carta a su madre desde México. Septiembre 24 de 1955. P. 158 y 159. Centro de estudios Che Guevara. Ocean Sur. Colombia. 2007.
[9] Ernesto Che Guevara. El socialismo y el hombre en Cuba.
[10] Ver Daniel De Santis, Youtube: Movimiento Nacional o Frente de Liberación.