Daniel De Santis
29 de noviembre de 2013
Producto
de un análisis, que no compartimos, que prevé una próxima dispersión de kirchnerismo,
algunas agrupaciones de la llamada “nueva izquierda” se preparan para realizar
su cosecha y redescubren el peronismo. Para eso ensalzan un nacionalismo
larvado y comienzan a aparecer exaltaciones de la simbología más cara al
nacionalismo, pero si vamos a hablar sin eufemismos debemos decir al peronismo.
Nosotros
que pertenecemos a una izquierda muy alejada de otras tradiciones y que hemos
andado por el camino de la unidad con el peronismo obrero y revolucionario,
queremos hacer un aporte desprovisto de todo prejuicio nacionalista o
izquierdista, introduciendo una concepción que ve detrás del nacionalismo la
sombra, más o menos presente, de la burguesía nacional, pero haciendo una clara
diferenciación entre:
Un
nacionalismo revolucionario espontáneo de las masas obreras y populares, que
más que eso ha sido y es un anti imperialismo alumbrado como producto de su
experiencia en la lucha de clases, que las llevó a vislumbrar un horizonte
socialista. Hay una anécdota de fines de los años ’60 que ejemplifica el
vínculo del guevarismo argentino con este peronismo. Cuenta un viejo militante
del PRT que Santucho en una reunión con obreros tucumanos del azúcar les expuso
su concepción de lucha revolucionaria por el socialismo. Al finalizar, un
experimentado militante obrero le dijo: “No hay problemas, aquí somos todos
peronistas”. A diferencia de lo que interpretan algunos intelectuales
desconocedores de la Argentina profunda, la clase obrera tucumana había llevado
su experiencia peronista hasta los umbrales de su conciencia de clase para sí, es
decir socialista, y estaba en condiciones ideológicas de asumir una dirección
consecuentemente revolucionaria, que por eso mismo no necesitaba enmascararse
de peronista.
Otro
ejemplo diverso, pero que tiene el mismo contenido, encontramos cuando el 25 de
mayo de 1973, junto a algunos miles de guevaristas, agolpadas sobre los
portones de la Cárcel de Villa Devoto las masas peronistas que venían de la
Plaza de Mayo aprobaron por aclamación la moción del PRT-ERP, en debate con FAR
y Montoneros, para liberar a los presos políticos esa misma noche. A este tipo
de peronismo consideramos progresivo, y es al que se refería Santucho como
peronismo obrero y revolucionario.
Muy
distinto de aquel que provenía de intelectuales marxistas que cansados de
intentar construir infructuosamente en la clase obrera, y en la actualidad más por
timoratos en encarar esa tarea, descubren el atajo del peronismo. En ese reconocimiento
del “nacionalismo”[1],
más o menos explícitamente, está la concepción de la revolución por etapas y la
existencia de una burguesía nacional antiimperialista. Cuando reivindican a
intelectuales como Hernández Arregui, Rodolfo Puiggrós, Jorge Abelardo Ramos, o
cuando levantan acríticamente imágenes o consignas de la simbología peronista.
También lo vemos en la utilización de anatemas hacia la izquierda por querer “desperonizar
a la población”[2],
no tan burdo pero del mismo tenor que “ni yanquis ni marxistas: peronistas”,
que evidencia la influencia ideológica de la burguesía nacional que es
autóctona pero que no es antiimperialista.
Otro
es el caso de John William Cooke que, como los obreros azucareros tucumanos,
avanzó desde el peronismo hacia el socialismo hasta enmarcar su accionar en el
proyecto continental del Che Guevara. Pero al reivindicar a Cooke, los
marxistas deben tener presente las prevenciones de éste con los marxistas que
se subían al peronismo por izquierda y se bajaban por derecha, como nos
recuerdan las memorias de Manuel Gaggero. Este, discípulo y compañero de Cooke,
junto a la compañera de John, Alicia Eguren, fueron fundadores y dirigentes del
Frente Antiimperialista y por el Socialismo en 1973. Este Frente; presidido por
el también peronista revolucionario Armando Jaime e integrado ampliamente por
la militancia del PRT y otras fuerzas de la izquierda revolucionaria, en sus
tres últimos Congresos contó como orador principal a Agustín Tosco; tuvo el
mérito de enfrentar casi en solitario al Perón del Gran Acuerdo Nacional.
No
es ajeno a la polémica recordar que Mario Roberto Santucho, máximo dirigente
del marxismo revolucionario en la Argentina, después de años de debate teórico
con los compañeros del peronismo revolucionario en los que no se había llegado
a una síntesis[3],
retrasara una semana su salida del país, como había resuelto el Comité
Ejecutivo del PRT, para asistir a la reunión en la que se firmaría la unidad
con los Montoneros y la OCPO el 19 de julio de 1976. Su presencia en ella
respondía a haber asumido con máxima responsabilidad las posibilidades de
avanzar en los acuerdos ya logrados, e intentar evitar con su presencia y
flexibilidad táctica que diferencias secundarias frustraran una unidad “de un
positivismo difícil de exagerar”[4],
concluía Mario Roberto. Es sabido que ese día una patrulla del Ejército llegó
hasta la casa en que se encontraba Santucho junto a los demás principales
dirigentes de su Partido, cayendo muerto en desigual combate. Por ello nos
resultan muy erróneos los reclamos a Santucho por no haber hecho más por la síntesis
entre el marxismo y el peronismo revolucionario, porque su última contribución
a la revolución fue dar la vida para lograrla.
Hemos escuchado invocaciones a la forma en que Fidel Castro
recuperaba la figura de José Martí. La conocemos, la estudiamos y la
difundimos, nos hemos educado en esa concepción. En los primeros párrafos de la
Segunda Declaración de La Habana[5]
podemos ver cómo Castro citaba las palabras de Martí: “Viví en el monstruo, y
le conozco las entrañas- y mi honda es la de David” para, a renglón seguido,
apuntar que: “ya Martí, en 1895, señaló el peligro que se cernía sobre América
y llamó al imperialismo por su nombre: Imperialismo”. Pero lo que Fidel, el Che, Raúl y los
principales dirigentes de la Revolución Cubana no hicieron fue hablar de
nacionalismo. Si de anti imperialismo, si de proyecto, o de liberación, o de
soberanía, o de dignidad nacional pero no de nacionalismo. Si de patria, pero
diferenciando la patria del pueblo de la “patria” de los explotadores[6]. Sólo
muy en sus inicios hemos leído a Fidel, y en un sólo escrito, usar esa palabra antes
del nacimiento del Movimiento 26 de Julio.
Es
por ello que de la formulación de Cooke: "El único nacionalismo auténtico
es el que busque liberarnos de la servidumbre real: ése es el nacionalismo de
la clase obrera y demás sectores populares, y por eso la liberación de la
Patria y la revolución social son una misma cosa, de la misma manera que semi colonia
y oligarquía son también lo mismo", surge claramente que el punto de
contacto con el guevarismo era la lucha anti imperialista y la revolución
socialista.
Las
jornadas de la Rebelión de diciembre de 2001 abrieron una nueva situación
política, entre otros resultados les devolvió la palabra a los revolucionarios
que habían sido aniquilados por la dictadura contrarrevolucionaria. Nuevas
situaciones exigen nuevas y renovadas respuestas, en eso estamos pero sin
diluir nuestra identidad guevarista, porque como bien señalaba Rodolfo Walsh
las “clases dominantes han procurado siempre que los
trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y
mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores:
la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan”[7].
Luego
de la Rebelión hemos fundado la Cátedra Che Guevara en la que estudiamos,
además de Guevara y el PRT, las revoluciones en América Latina. Aquí vimos: la
Revolución Mexicana en la que rescatamos como sus grandes figuras a Pancho
Villa y Emiliano Zapata, pero más importante aún fue comprender el comportamiento
de las clases sociales en una revolución profunda; la gesta anti imperialista
de Sandino en Nicaragua que derrotó a los marines yanquis invasores; luego de
la guerra de la independencia, en el siglo XIX hemos conocido, entre muchos
otros, la lucha anticolonialista y de liberación nacional de Benito Juárez en
México, los López padre e hijo en Paraguay, Felipe Varela en Argentina, Eloy Alfaro
en Ecuador, José María Vargas Vila en Colombia, Manuel Ugarte en Argentina.
Pero su conocimiento y reivindicación no hace que nos proclamemos nosotros como
nacionalistas. Sectores de la llamada “nueva izquierda” que se presentan sin
pasado y sin historia, pero que se ven urgidos en tenerla cometen el error de
intentar echar raíces en el nacionalismo, y con ello pretenden hacer retroceder
la teoría a viejas ideas superadas por los pensadores más lúcidos de nuestro
continente. Ya el fundador del marxismo latinoamericano, el peruano José Carlos
Mariátegui, ajustó cuentas a finales de la década de 1920 con su connacional y
nacionalista Víctor Raúl Haya de la Torre.
Guevara,
de quién no se duda de su anti imperialismo, su latino americanismo y su
socialismo, que también era argentino y estaba luchando en nuestra frontera
norte, nunca cayó en el oportunismo pro peronista. Han buscado meticulosamente
pero no han podido hallar una sola frase que lo vincule, ni siquiera lo hace la
que anotamos inmediatamente sobre el golpe militar contra Perón en 1955: “Perón cayó como cae la gente de su estirpe, sin la dignidad póstuma de
Vargas, ni la denuncia enérgica de Árbenz (…) Te confieso con toda sinceridad
que la caída de Perón me amargó profundamente, no por él, por lo que
significaba para toda América, pues mal que te pese y a pesar de la
claudicación forzosa de los últimos tiempos, Argentina era el paladín de todos
los que pensamos que el enemigo está en el norte. Para mí, que viví las amargas
horas de Guatemala, aquello fue un calco a distancia”[8]. Este
Guevara que todavía no era el Che escribió lo anterior sobre el mejor Perón, el
que llevó la distribución del ingreso a favor de los trabajadores como nadie en
la historia argentina. Imaginémonos qué hubiese pensado el Che del Perón
fundador de la triple A y jefe del intento contra revolucionario sobre la base
de combinar el consenso y la represión.
Refiriéndose
a la construcción del socialismo, pero muy aplicable en la actualidad a la
política revolucionaria, el Che escribía: “Se corre el peligro de que los
árboles impidan ver el bosque. Persiguiendo la quimera de realizar el socialismo
con la ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo, se puede
llegar a un callejón sin salida. Y se arriba allí tras de recorrer una larga
distancia en la que los caminos se entrecruzan muchas veces y donde es difícil
percibir el momento en que se equivocó la ruta”[9].
Porque los atajos no son más que concesiones a la ideología de la clase
dominante, por eso parecen estar recubiertas de realismo político, sin notar
que ese realismo ha sido inoculado en la consciencia por las una y mil tretas
de la ideología burguesa que nos abre el camino que conduce a terminar siendo
absorbidos por el sistema capitalista.
Hoy
como ayer, en los momentos en que las masas se pongan en pie de lucha irán a la
misma con sus identidades, con sus imágenes y sus afectos. Si en el marco de la
contienda descubren nuevos elementos que fortalecen sus aspiraciones no debemos
ser los marxistas los que nos opongamos a esa maduración porque ya no seremos
portadores de un marxismo retrógrado sino reaccionario. Hay que estar atentos
con ese tipo de concesiones al capitalismo porque sin darse cuenta,
desapercibidamente, se atraviesa una línea imaginaria hacia una zona tan densa
de significados como un poderoso campo de fuerzas, el campo de la ideología
dominante.
De
lo que se trata, entonces, es llevar adelante una política que tome las tareas necesarias
para la Argentina de la actualidad: Entre la militancia organizada fomentar un
franco debate sin prejuicios ni pre conceptos, abriendo la cabeza para intentar
comprender las razones de los demás, porque el debate enriquece y fortalece. Unir
a todas las fuerzas que enfrentan las lacras del sistema capitalista más allá
de sus identidades políticas, pero como aportaba algún compañero, unidad no es
amontonamiento sino unidad para la lucha. Al respecto decía Cooke: "Lo
principal es para qué hacemos la unidad, cuáles son los objetivos cercanos
(como por ejemplo las elecciones) y cuáles los grandes objetivos. Unidad para
simple usufructo politiquero, no. Sí, en cambio, para dar las grandes batallas
por la soberanía nacional y la revolución social. En la lucha contra el régimen
llegaremos más pronto a la unidad, forjada en la acción: dentro del régimen nos
esperan sólo frustraciones y derrotas, y pequeños triunfos que serán desastres".
Debido
a la diversidad de agrupaciones e identidades políticas, esa unidad la vemos
posible a través de un frente[10] que
luche por un programa que hoy no puede ser más que anti imperialista y anti
capitalista y con la perspectiva del socialismo. Dicho en forma positiva: un
programa por la liberación nacional y social. Que agrupe a todas las
organizaciones políticas y sociales con una vocación anti capitalista, pero
también que sea capaz de incorporar a los amplios sectores populares
desmovilizados y descreídos de la política burguesa. El pueblo es la cantera de
la enorme cantidad de militantes que se necesitan en esta tarea. En ese camino
aportar a multiplicar los canales de participación popular que existen y
construir nuevos, más amplios y más sólidos espacios en los que el protagonismo
de las bases sea la fuerza que empuje decididamente a la unidad, a la
organización y a la movilización de los más amplios sectores de nuestro pueblo.
Todas estas construcciones deben aprender la más amplia democracia interna y de
base, y sostenerse en ella evitando caer en los verticalismos y elitismos
encubiertos en la fraseología post moderna de la horizontalidad
antidemocrática. Así aportaremos a que cada vez más amplios sectores de nuestro
pueblo sean los protagonistas de los cambios en la dirección de destruir el
capitalismo y reemplazarlo por la sociedad de las mujeres y los hombres
socialistas como quería el Che Guevara.
[1] Marea, revista mensual de Marea Popular nº 5, julio de 2013. La nota
de “Presentación” está titulada “Nacionalismo y Socialismo”, pero su contenido
nada dice sobre la vinculación entre esas dos categorías. Y no lo puede decir
porque los luchadores de mayo y de la guerra de la primera independencia no
eran nacionalistas sino patriotas, ya que la contradicción estaba planteada
entre los realistas (mayormente españoles y muchos criollos) y los patriotas
(mayoritariamente criollos y numerosos españoles). Esta revolución es la que
habilita a los revolucionarios socialistas de la actualidad a hablar de patria
pero nunca de nacionalismo.
[2] Itai Hagman -Marea Popular-. Periódico Andén Nº 75. Septiembre de
2013.
[3] Para Santucho y el PRT el momento culminante del conocimiento no era
el análisis sino la praxis. Por ello, luego de años de debates y algunas
acciones militares y varias de masas comunes, para avanzar en la unidad ya no
se lo podría hacer sólo en la teoría sino que era imprescindible la práctica
común, y en esa ocasión se presentaba una posibilidad única.
[4] Mario Roberto Santucho. “Un gran paso unitario”, en “Nuestras tareas
en el período de reflujo”. Boletín
Interno Nº 141, y muy probablemente
El Combatiente 224. Ambos de 14
de julio de 1976.
[5] Declaración leída por Fidel Castro ante el pueblo
de Cuba reunido en Asamblea General en La Habana, el 4 de febrero de 1962. Esta
declaración es una suerte de Manifiesto Comunista para América Latina y fue el
programa por el que lucharon los pueblos de nuestro Continente durante décadas.
[6] Segunda Declaración de La Habana.
[8] Guevara, Ernesto Che. Otra vez.
Carta a su madre desde México. Septiembre 24 de 1955. P. 158 y 159. Centro de
estudios Che Guevara. Ocean Sur. Colombia. 2007.
[9] Ernesto Che Guevara. El
socialismo y el hombre en Cuba.
[10] Ver Daniel De Santis, Youtube: Movimiento Nacional o Frente de
Liberación.